Siempre que una persona tiene una mala experiencia de cualquier tipo, lo primero que intenta hacer es olvidarlo. De una u otra forma, hacemos frente, con diferentes habilidades, a las situaciones adversas en nuestra vida. Nos equivocamos cuando pensamos que por hacer los problemas a un lado, no estamos enfrentándolos, pues de hecho, sí lo estamos haciendo, tal vez no de una manera totalmente efectiva, pero lo estamos intentando. Como en la mayoría de nuestras acciones, en algunas aplicamos mejores dotes que en otras.
En las relaciones humanas y sociales, es común llegar a distintas etapas de enfrentamiento contra los problemas. He escuchado, leído y vivido un sinnúmero de intentos por dejar atrás algo, alguien o momentos. Generalmente basados en relaciones de pareja o afectivas de otro tipo, nos ponemos a prueba, a veces inconscientemente para lograr sentirnos bien lo más pronto posible. Muchas veces creemos que evitando el tema que nos afecta, por ejemplo, dejando de hablar de una persona que de alguna manera nos hirió, logramos olvidarlo paulatinamente, sin embargo, y al contrario, sólo logramos fortalecer la imagen conflictiva que nos afecta, es decir, al evitarlo, generamos un esfuerzo en nuestra mente que nos hace pensar aún más de ello, lo cual le da más peso en nuestros pensamientos.
Pero entonces, ¿qué podemos hacer?. Si evitar esos temas no ayuda realmente, si permitiendo contacto con ellos tampoco lo hace.
Creo, personalmente, que lo único realmente efectivo para enfrentar problemas de ese tipo, radica en una fortaleza emocional más allá de nuestras palabras. Si bien, debes alejarte de aquello que te está molestando, nunca debes evadirlo. No confundir, jamás hay que dejar de combatirlo y luchar por superarlo, pero ello no se logra con una simple acción evasiva. Pienso que se logra a base de enfrentar esos sentimientos generados día con día, de aceptarlos, de asumirlos. Es probable que sea necesario sentirse mal, dependiendo de la persona y de las situaciones, el tiempo varía. No podemos creer que vamos a dejar de sentirnos mal un día, mágicamente. Es una labor constante que lleva consigo diferentes etapas de malestar que cada vez se van haciendo más cortas, con intervalos de bienestar que se incrementan. Es una ardua tarea que sólo nos corresponde a nosotros, pues aún teniendo ayuda, sólo nosotros podemos tomar decisiones que nos afecten a nosotros mismos, desde un punto de vista emocional.
Por lo tanto, el punto de mejora es constante, pero lento, generalmente. Se produce a base de enfrentamientos constantes a base de fuerza emocional y en determinados momentos, racional. Se deja a un lado la evasión y se persigue la adversidad para combatir contra ella y hacernos más fuertes en cada enfrentamiento. No puedes terminar con un recuerdo. Simplemente, jamás olvidarás a alguien o algo que te afecta. Jamás olvidamos lo que marca nuestras vidas de buena o mala manera, simplemente lo combatimos y, cuando le ganamos, lo hacemos a un lado. Por ello, no debemos pretender olvidar en sí, debemos tratar de hacer a un lado de manera tan definitiva que ese recuerdo se convierta en uno más de los millones que tenemos, a base de enfrentamientos constantes y, probablemente, permanentes.
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