Todos los días, absolutamente todos, escucho, leo o me entero de cualquier manera que alguien ha sido asesinado, que hay balaceras en algún lugar, que hay secuestros, que lastiman gente, que hay impunidad, que la corrupción aumenta, que las personas están dispuestas a todo por lograr sus intereses. Cada día me da más asco este mundo.
Vivimos preocupados por conseguir nuestros objetivos a toda costa, no importa la manera, ni los medios, pues tenemos una mentalidad orientada a la despreocupación por el prójimo, el desinterés por los caminos que tomamos, siendo nuestro único deseo llegar a tener lo que queremos. Muchas veces esos deseos son tan subjetivos, tan vacíos. Estamos en una permanente toma de decisiones absurda e incorrecta, nos dejamos llevar por tantas fuentes equívocas. Peleamos sucio, hacemos trampa, cuando ganamos, lo hacemos sin honor, pero a nadie le importa, pues al fin ganan. Creemos que somos superiores cuando acumulamos cosas, cuando tenemos más que otros, cuando golpeamos a alguien, cuando tomamos ventaja por una situación.
Nuestra personalidad cada día es menos nuestra, copiamos todo lo que vemos, escuchamos o sentimos. Ya son casi nulos los sentimientos reales, las personas objetivas. La lealtad, el valor, la verdadera satisfacción ha quedado a un lado. Estamos tan vacíos por dentro, nos hace tanta falta tener objetivos propios, y quien los tiene está tan necesitado de carácter. Nos comportamos como animales, nos cazamos cual león a su presa, pero nosotros sin ningún motivo. Lucramos con el sufrimiento ajeno y nos colgamos del éxito de otros. No buscamos, no luchamos, no nos ganamos las cosas. No ayudamos a quien lo necesita, estamos a los piés de quien no lo merece, adoptamos ofensas, las aplicamos; nos burlamos de la gente, decimos que el mundo es hermoso y al siguiente momento lo lastimamos. Nos hacemos víctimas de tendencias, de modelos políticos, sociales, económicos. Cambiamos lo que somos por pertenecer, adulamos a quien molesta a más gente, nos quejamos pero no hacemos nada.
No hay duda de que hay valor en las personas, pero cada vez es más insignificante; cada día vivimos más inseguros, partiendo desde nosotros mismos, ya nunca podemos definirnos. Nos hacemos los optimistas pensando que hay mucho bien en el mundo pero pronto nos damos cuenta de que es cada vez más difícil encontrarlo. Tendemos más y más a depositarnos en pequeños gustos para hacer a un lado nuestro día a día. Partidos de futbol, quejas contra el gobierno, religiones y logros ajenos e insignificantes realmente, se convierten en los bancos de nuestra fe. Ya no tenemos confianza a nada, ya no podemos asegurarnos de que alguien no va a fallarnos.
Vivimos en un mundo de mierda, con muchas cosas buenas por ahí, pero que están constantemente alejadas, escondidas porque la porquería las tapa. El odio predomina y está venciendo al amor y otros buenos sentimientos. No hacemos nada por nosotros mismos. Y cuando lo hacemos, elegimos mal o no logramos nada.
Hoy ha muerto un maestro, el cual murió por sus ideales, víctima de esa gente que hace que este mundo sea algo inhabitable, esa mierda que llena cada población y que nos ayuda un poco más a perdernos, lo cual comienza por nosotros.
Hasta siempre, Facundo.
"Encontré el Secreto. Tener Menos, para Tenerme Más".
No hay comentarios:
Publicar un comentario