Estamos inmersos en tiempos en los cuales las situaciones políticas, económicas y sociales nos aturden con desastres de todo tipo, el mundo parece caerse a pedazos en muchos aspectos y cada vez resulta más difícil satisfacer nuestras necesidades básicas para tener una vida digna. Vamos por la vida flotando, dentro de las rutinas que el día a día conlleva, cumplimos con nuestra existencia pero no pasa de ahí, estamos un tanto vacíos, y el vacío está en constante incremento. Poco a poco entramos en etapas insostenibles, pues no aportamos más que nuestra existencia, no sentimos pasión por algo, nos perdemos paulatinamente.
Estamos en una constante búsqueda de la felicidad, no sabemos qué es ni cómo encontrarla, pero en cada movimiento tratamos de sentirnos mejores con nosotros mismos. Generalmente procuramos satisfacernos sin importar lo demás o los demás, sin embargo, los intentos suelen ser fallidos y entramos a un círculo vicioso que provoca la constante inconformidad e impotencia. Algunos le ponemos la mejor cara que tenemos a nuestras situaciones, buenas o malas, tratamos de tener una actitud positiva, pero muchas veces no encontramos las bases para respaldar esta actitud. La pregunta surge al pensar por qué no logramos ser felices si la naturaleza del hombre es buscar el bienestar. Es ahí, en donde tal vez esté la respuesta y, tal vez, sea muy clara y accesible. Nos equivocamos al guiar nuestros esfuerzos simplemente al bien propio, erramos al preocuparnos tanto por nuestros asuntos, pues si bien hay que tratarlos y darles una importancia prioritaria, es un hecho que no deben copar nuestras vidas.
El mundo es lo que es, un territorio casi inhabitable, en gran medida por nuestras acciones. Solemos culpar a ciertas figuras, ya sean políticas o sociales, pero jamás hacemos un autoanálisis. Tenemos una preocupante tendencia a quejarnos ante cualquier circunstancia, lo cual no es malo, el problema surge cuando nos quedamos en la queja y no aportamos absolutamente nada para un cambio. Creemos que con levantar la voz con un desacuerdo, todo cambia, creemos que estamos haciendo un bien, pero en realidad, no hacemos mucho si no procuramos cambiar al mundo individualmente.
Cada persona debe buscar hacer el bien, pero no propio únicamente, sino a los demás. Mediante acciones que mejoren la vida de otros. Cambiar la vida de los demás. No es necesario mover a 100,000 personas, simplemente se puede cambiar la vida de una o dos personas, de tal manera, tan significativa, que todo mejore. Deberíamos centrar nuestros esfuerzos por mejorar a quienes tenemos cerca, a quienes podemos, con los medios que tengamos, con lo poco o mucho que podamos, pero aportarles. Una persona cambia la vida de alguien y con ello está cambiando al mundo. Al mismo tiempo, la persona "mejorada" cambia la vida de otros y se va realizando una cadena. Es un ideal, claramente, pero es tan fácil quejarse menos y hacer más. Tan simple como esforzarse por hacer las cosas bien, sean cuales sean, en nuestro entorno, hacer siempre lo mejor, ser claro, preocuparse por los demás en cada acción que tengamos, dar, ayudar, proponer.
El mundo sería un lugar mucho mejor, la vida de las personas dejaría de ser otra rutina en la cual flotamos, si tan sólo, individualmente, pensáramos en que podemos hacer de bien a alguien a nuestro alrededor. No es difícil, no hay que ponerle una casa, por ejemplo, sino estar de apoyo para cuando lo necesite, no dejar sólas a las personas, ayudarlas a entender lo buenas que son. Porque estamos muy equivocados al juzgar y elegir tan detalladamente a ciertas personas que parecen ir del lado equivocado, es mejor tratar de ayudarles a encontrar un camino, y así, cambiar sus vidas, mientras cambiamos al mundo. Y seguramente, tendremos como consecuencia esa felicidad que tanto buscamos, sintiéndose útiles, viendo lo que nuestras obras provocan, esos momentos plenos deben llegar.
Buscar este blog
sábado, 1 de octubre de 2011
viernes, 12 de agosto de 2011
Egoístamente irracionales
Son las 8:00 de la noche. Quedé de ver a unos amigos a las 9:00. Salí de mi casa desde las 5:00 y pretendía llegar antes de las 7:00 y así me daría tiempo con tranquilidad de hacer lo necesario para estar listo. Sin embargo, al salir de lo que estaba haciendo, a eso de las 6:30, seguí el camino recurrente que tomo pero encontré que la avenida estaba llena de autos, el tráfico era irritante, avanzaba a paso de rueda. Tardé más o menos 30 minutos en un tramo de 200 metros. Vivo en una ciudad pequeña que tiene un preocupante exceso de coches, tal vez los tiempos no son iguales que en una ciudad grande pero aún así, interfieren en tu vida diaria.
Al notar que no avanzaría a mayor velocidad en el camino que seguía, decidí tomar un retorno y regresarme para irme por otro lado, aún cuando esto significada dar una gran vuelta y el desconocimiento de la situación en cuanto a tráfico por el nuevo camino. La verdad es que ya me habían advertido acerca de una manifestación que se iba a llevar a cabo en la tarde por el primer camino pero decidí irme por ahí creyendo que ya habría terminado. No fue así. Al principio, al retornar, parecía que todo cambiaría, no había muchos autos y se avanzaba correctamente. Pero al dar la vuelta hacia el camino que me llevaría a casa, una vez más, había una fila interminable de coches. En ese momento, me dí cuenta de que iba a estar ahí mucho tiempo.
Decidí cambiar el disco que escuchaba, puse uno que me pone de buenas, yo lo quemé. Me tranquilice, al fin y al cabo, aún estoy de vacaciones, no iba a perder algo realmente importante. Seguí avanzando lento. En esos momentos me puse a pensar en las manifestaciones. Siempre he creído que es una pésima manera de expresarse, arbitraria y egoísta. Dicen que es un derecho la libertad de expresión, pero siempre he pensado que eso solamente es una manera de escudarse, pues cuando dañas a terceros, tu libertad ya no tiene sentido. Volteaba a mis alrededores, veía señores en sus autos, algunos de lujo, muchos más un tanto antiguos. Desesperación, preocupación, ansiedad, hasta tristeza reflejaban sus rostros. Me preguntaba: ¿Qué pasa con toda esta gente? Algunos salen del trabajo ansiosos por ir a casa a descansar y ver a sus familias, otros aún tienen que regresar al trabajo, otros más necesitan ir al baño urgentemente, recoger a sus hijos de sus actividades, llegar a una cita, etcétera. De una u otra manera, todos ellos tendrían que aplazar cualquier deseo, necesidad u obligación, pues no hay manera de cambiar lo que pasaba.
Luego pensé, ¿qué sería de una persona que va en una ambulancia por algún accidente que tuvo y si no llega al hospital su vida corre peligro?. Tampoco tendría solución, porque no había manera de orillarse para que pasara. Entonces ¿su vida importaría menos que la causa de la manifestación?. Al final, llegué a una conclusión parecida a la idea que ya tenía. Las manifestaciones son una salida irracional, egoísta y hasta cierto punto primitiva de reclamar algo que le afecta a la gente. Entiendo que deben tener sus problemas, que si no hay agua en su colonia, que si aumentan el precio del camión o de las tortillas. Muy respetables sus causas. También entiendo que no los escuchan, que necesitan que los observen para encontrar soluciones y que llegan a este punto como la solución a sus problemas. Pero ¿por qué pensar sólo en sus problemas?, ¿por qué afectar a gente que no les ha hecho nada? ¿por qué no pensar en el daño que pueden causar a otros en diferentes temas de sus vidas?. Al final, los menos afectados con estos reclamos, son los que deberían ser los más afectados, es decir, los que pueden hacer algo por cambiar situaciones y que no hacen nada.
Es un hecho que merecemos libertad de expresión, pero como todo derecho, deberíamos preocuparnos también por los demás. Somos una sociedad egoísta que no piensa a fondo las situaciones. Somos ovejas que seguimos lo que otros nos dictan. Somos holgazanes que buscamos siempre la vía rápida de "solucionar" problemas, sin pensar en la efectividad de dichas soluciones o en terceros. Somos primitivos, que dañamos a los demás sin control y ni cuenta nos damos. Es un hecho, el fin no justifica los medios, cada medio debe ser parte del fin que queremos lograr, una serie de pasos que sean pequeñas metas para el objetivo final.
Yo tal vez no llegue con mis amigos, tal vez sí. no tan tranquilo pero es probable que sí lo haga. Ojalá otros lleguen a sus asuntos, pero espero aún más, que algún día la gente deje de ser tan egoísta y piense un poco más las decisiones que toma.
Al notar que no avanzaría a mayor velocidad en el camino que seguía, decidí tomar un retorno y regresarme para irme por otro lado, aún cuando esto significada dar una gran vuelta y el desconocimiento de la situación en cuanto a tráfico por el nuevo camino. La verdad es que ya me habían advertido acerca de una manifestación que se iba a llevar a cabo en la tarde por el primer camino pero decidí irme por ahí creyendo que ya habría terminado. No fue así. Al principio, al retornar, parecía que todo cambiaría, no había muchos autos y se avanzaba correctamente. Pero al dar la vuelta hacia el camino que me llevaría a casa, una vez más, había una fila interminable de coches. En ese momento, me dí cuenta de que iba a estar ahí mucho tiempo.
Decidí cambiar el disco que escuchaba, puse uno que me pone de buenas, yo lo quemé. Me tranquilice, al fin y al cabo, aún estoy de vacaciones, no iba a perder algo realmente importante. Seguí avanzando lento. En esos momentos me puse a pensar en las manifestaciones. Siempre he creído que es una pésima manera de expresarse, arbitraria y egoísta. Dicen que es un derecho la libertad de expresión, pero siempre he pensado que eso solamente es una manera de escudarse, pues cuando dañas a terceros, tu libertad ya no tiene sentido. Volteaba a mis alrededores, veía señores en sus autos, algunos de lujo, muchos más un tanto antiguos. Desesperación, preocupación, ansiedad, hasta tristeza reflejaban sus rostros. Me preguntaba: ¿Qué pasa con toda esta gente? Algunos salen del trabajo ansiosos por ir a casa a descansar y ver a sus familias, otros aún tienen que regresar al trabajo, otros más necesitan ir al baño urgentemente, recoger a sus hijos de sus actividades, llegar a una cita, etcétera. De una u otra manera, todos ellos tendrían que aplazar cualquier deseo, necesidad u obligación, pues no hay manera de cambiar lo que pasaba.
Luego pensé, ¿qué sería de una persona que va en una ambulancia por algún accidente que tuvo y si no llega al hospital su vida corre peligro?. Tampoco tendría solución, porque no había manera de orillarse para que pasara. Entonces ¿su vida importaría menos que la causa de la manifestación?. Al final, llegué a una conclusión parecida a la idea que ya tenía. Las manifestaciones son una salida irracional, egoísta y hasta cierto punto primitiva de reclamar algo que le afecta a la gente. Entiendo que deben tener sus problemas, que si no hay agua en su colonia, que si aumentan el precio del camión o de las tortillas. Muy respetables sus causas. También entiendo que no los escuchan, que necesitan que los observen para encontrar soluciones y que llegan a este punto como la solución a sus problemas. Pero ¿por qué pensar sólo en sus problemas?, ¿por qué afectar a gente que no les ha hecho nada? ¿por qué no pensar en el daño que pueden causar a otros en diferentes temas de sus vidas?. Al final, los menos afectados con estos reclamos, son los que deberían ser los más afectados, es decir, los que pueden hacer algo por cambiar situaciones y que no hacen nada.
Es un hecho que merecemos libertad de expresión, pero como todo derecho, deberíamos preocuparnos también por los demás. Somos una sociedad egoísta que no piensa a fondo las situaciones. Somos ovejas que seguimos lo que otros nos dictan. Somos holgazanes que buscamos siempre la vía rápida de "solucionar" problemas, sin pensar en la efectividad de dichas soluciones o en terceros. Somos primitivos, que dañamos a los demás sin control y ni cuenta nos damos. Es un hecho, el fin no justifica los medios, cada medio debe ser parte del fin que queremos lograr, una serie de pasos que sean pequeñas metas para el objetivo final.
Yo tal vez no llegue con mis amigos, tal vez sí. no tan tranquilo pero es probable que sí lo haga. Ojalá otros lleguen a sus asuntos, pero espero aún más, que algún día la gente deje de ser tan egoísta y piense un poco más las decisiones que toma.
martes, 9 de agosto de 2011
Déjà vu
Siempre me he preguntado el significado de los déjà vu. Jamás he investigado en realidad o profundamente alguna explicación científica, ya sea química, física o neurológica. Si bien, he leído teorías, que al fin se quedan en eso, simpels teorías, no he podido llegar a comprobar su función y origen. También he leído que lo han querido espiritualizar, como la mayoría de las reacciones no explicadas científicamente. Puede ser. Lo único que realmente sé, es que es el hecho de sentir una experiencia que apenas se está viviendo como si fuese un recuerdo. Sin embargo, me he generado una teoría, la cual, hace unos días, encontré que compartía con un amigo.
Desde mi punto de vista, hay una posibilidad de que en el momento en el cual sentimos que estamos viviendo, sea un simple recuerdo. Es decir, que nuestra vida realmente ya haya transcurrido y lo que en este preciso momento tenemos es la serie de recuerdos que hemos ido albergando en nuestra mente. Como lo dijo Camus, es necesario tan sólo un día de nuestras vidas para tener meses de recordación de cada detalle. Entonces, podemos pensar que en esté preciso momento, es posible que estemos en nuestro lecho de muerte y, aunque un tanto cliché, estemos recordando nuestras vidas. A detalle. Por lo tanto, mientras estamos en nuestros últimos momentos de vida, recordamos todo lo que hemos pasado y el famoso déjà vu es el reflejo o recuerdo de que ese momento lo hemos vivido.
Cabe señalar, que desde este punto de vista propio, no existe manera de cambiar dichos momentos. O sea, no podemos pensar que por el hecho de recordar, podemos cambiar nuestro "destino" por llamarlo de alguna manera, pues es un mero recuerdo. Por ejemplo, si nuestro momento de morir ha llegado por una situación provocada por una irresponsabilidad de nosotros mismos y lo recordamos, no hay manera de evitar esa irresponsabilidad aunque estemos conscientes de ello. Básicamente, esto no es en sí una explicación de los déjà vu, sino una teoría más acerca de la vida. Un simple pensamiento. Al final, ni siquiera yo lo creo del todo.
Desde mi punto de vista, hay una posibilidad de que en el momento en el cual sentimos que estamos viviendo, sea un simple recuerdo. Es decir, que nuestra vida realmente ya haya transcurrido y lo que en este preciso momento tenemos es la serie de recuerdos que hemos ido albergando en nuestra mente. Como lo dijo Camus, es necesario tan sólo un día de nuestras vidas para tener meses de recordación de cada detalle. Entonces, podemos pensar que en esté preciso momento, es posible que estemos en nuestro lecho de muerte y, aunque un tanto cliché, estemos recordando nuestras vidas. A detalle. Por lo tanto, mientras estamos en nuestros últimos momentos de vida, recordamos todo lo que hemos pasado y el famoso déjà vu es el reflejo o recuerdo de que ese momento lo hemos vivido.
Cabe señalar, que desde este punto de vista propio, no existe manera de cambiar dichos momentos. O sea, no podemos pensar que por el hecho de recordar, podemos cambiar nuestro "destino" por llamarlo de alguna manera, pues es un mero recuerdo. Por ejemplo, si nuestro momento de morir ha llegado por una situación provocada por una irresponsabilidad de nosotros mismos y lo recordamos, no hay manera de evitar esa irresponsabilidad aunque estemos conscientes de ello. Básicamente, esto no es en sí una explicación de los déjà vu, sino una teoría más acerca de la vida. Un simple pensamiento. Al final, ni siquiera yo lo creo del todo.
domingo, 7 de agosto de 2011
¿Realmente olvidamos?
Siempre que una persona tiene una mala experiencia de cualquier tipo, lo primero que intenta hacer es olvidarlo. De una u otra forma, hacemos frente, con diferentes habilidades, a las situaciones adversas en nuestra vida. Nos equivocamos cuando pensamos que por hacer los problemas a un lado, no estamos enfrentándolos, pues de hecho, sí lo estamos haciendo, tal vez no de una manera totalmente efectiva, pero lo estamos intentando. Como en la mayoría de nuestras acciones, en algunas aplicamos mejores dotes que en otras.
En las relaciones humanas y sociales, es común llegar a distintas etapas de enfrentamiento contra los problemas. He escuchado, leído y vivido un sinnúmero de intentos por dejar atrás algo, alguien o momentos. Generalmente basados en relaciones de pareja o afectivas de otro tipo, nos ponemos a prueba, a veces inconscientemente para lograr sentirnos bien lo más pronto posible. Muchas veces creemos que evitando el tema que nos afecta, por ejemplo, dejando de hablar de una persona que de alguna manera nos hirió, logramos olvidarlo paulatinamente, sin embargo, y al contrario, sólo logramos fortalecer la imagen conflictiva que nos afecta, es decir, al evitarlo, generamos un esfuerzo en nuestra mente que nos hace pensar aún más de ello, lo cual le da más peso en nuestros pensamientos.
Pero entonces, ¿qué podemos hacer?. Si evitar esos temas no ayuda realmente, si permitiendo contacto con ellos tampoco lo hace.
Creo, personalmente, que lo único realmente efectivo para enfrentar problemas de ese tipo, radica en una fortaleza emocional más allá de nuestras palabras. Si bien, debes alejarte de aquello que te está molestando, nunca debes evadirlo. No confundir, jamás hay que dejar de combatirlo y luchar por superarlo, pero ello no se logra con una simple acción evasiva. Pienso que se logra a base de enfrentar esos sentimientos generados día con día, de aceptarlos, de asumirlos. Es probable que sea necesario sentirse mal, dependiendo de la persona y de las situaciones, el tiempo varía. No podemos creer que vamos a dejar de sentirnos mal un día, mágicamente. Es una labor constante que lleva consigo diferentes etapas de malestar que cada vez se van haciendo más cortas, con intervalos de bienestar que se incrementan. Es una ardua tarea que sólo nos corresponde a nosotros, pues aún teniendo ayuda, sólo nosotros podemos tomar decisiones que nos afecten a nosotros mismos, desde un punto de vista emocional.
Por lo tanto, el punto de mejora es constante, pero lento, generalmente. Se produce a base de enfrentamientos constantes a base de fuerza emocional y en determinados momentos, racional. Se deja a un lado la evasión y se persigue la adversidad para combatir contra ella y hacernos más fuertes en cada enfrentamiento. No puedes terminar con un recuerdo. Simplemente, jamás olvidarás a alguien o algo que te afecta. Jamás olvidamos lo que marca nuestras vidas de buena o mala manera, simplemente lo combatimos y, cuando le ganamos, lo hacemos a un lado. Por ello, no debemos pretender olvidar en sí, debemos tratar de hacer a un lado de manera tan definitiva que ese recuerdo se convierta en uno más de los millones que tenemos, a base de enfrentamientos constantes y, probablemente, permanentes.
En las relaciones humanas y sociales, es común llegar a distintas etapas de enfrentamiento contra los problemas. He escuchado, leído y vivido un sinnúmero de intentos por dejar atrás algo, alguien o momentos. Generalmente basados en relaciones de pareja o afectivas de otro tipo, nos ponemos a prueba, a veces inconscientemente para lograr sentirnos bien lo más pronto posible. Muchas veces creemos que evitando el tema que nos afecta, por ejemplo, dejando de hablar de una persona que de alguna manera nos hirió, logramos olvidarlo paulatinamente, sin embargo, y al contrario, sólo logramos fortalecer la imagen conflictiva que nos afecta, es decir, al evitarlo, generamos un esfuerzo en nuestra mente que nos hace pensar aún más de ello, lo cual le da más peso en nuestros pensamientos.
Pero entonces, ¿qué podemos hacer?. Si evitar esos temas no ayuda realmente, si permitiendo contacto con ellos tampoco lo hace.
Creo, personalmente, que lo único realmente efectivo para enfrentar problemas de ese tipo, radica en una fortaleza emocional más allá de nuestras palabras. Si bien, debes alejarte de aquello que te está molestando, nunca debes evadirlo. No confundir, jamás hay que dejar de combatirlo y luchar por superarlo, pero ello no se logra con una simple acción evasiva. Pienso que se logra a base de enfrentar esos sentimientos generados día con día, de aceptarlos, de asumirlos. Es probable que sea necesario sentirse mal, dependiendo de la persona y de las situaciones, el tiempo varía. No podemos creer que vamos a dejar de sentirnos mal un día, mágicamente. Es una labor constante que lleva consigo diferentes etapas de malestar que cada vez se van haciendo más cortas, con intervalos de bienestar que se incrementan. Es una ardua tarea que sólo nos corresponde a nosotros, pues aún teniendo ayuda, sólo nosotros podemos tomar decisiones que nos afecten a nosotros mismos, desde un punto de vista emocional.
Por lo tanto, el punto de mejora es constante, pero lento, generalmente. Se produce a base de enfrentamientos constantes a base de fuerza emocional y en determinados momentos, racional. Se deja a un lado la evasión y se persigue la adversidad para combatir contra ella y hacernos más fuertes en cada enfrentamiento. No puedes terminar con un recuerdo. Simplemente, jamás olvidarás a alguien o algo que te afecta. Jamás olvidamos lo que marca nuestras vidas de buena o mala manera, simplemente lo combatimos y, cuando le ganamos, lo hacemos a un lado. Por ello, no debemos pretender olvidar en sí, debemos tratar de hacer a un lado de manera tan definitiva que ese recuerdo se convierta en uno más de los millones que tenemos, a base de enfrentamientos constantes y, probablemente, permanentes.
sábado, 9 de julio de 2011
Un mundo de mierda
Todos los días, absolutamente todos, escucho, leo o me entero de cualquier manera que alguien ha sido asesinado, que hay balaceras en algún lugar, que hay secuestros, que lastiman gente, que hay impunidad, que la corrupción aumenta, que las personas están dispuestas a todo por lograr sus intereses. Cada día me da más asco este mundo.
Vivimos preocupados por conseguir nuestros objetivos a toda costa, no importa la manera, ni los medios, pues tenemos una mentalidad orientada a la despreocupación por el prójimo, el desinterés por los caminos que tomamos, siendo nuestro único deseo llegar a tener lo que queremos. Muchas veces esos deseos son tan subjetivos, tan vacíos. Estamos en una permanente toma de decisiones absurda e incorrecta, nos dejamos llevar por tantas fuentes equívocas. Peleamos sucio, hacemos trampa, cuando ganamos, lo hacemos sin honor, pero a nadie le importa, pues al fin ganan. Creemos que somos superiores cuando acumulamos cosas, cuando tenemos más que otros, cuando golpeamos a alguien, cuando tomamos ventaja por una situación.
Nuestra personalidad cada día es menos nuestra, copiamos todo lo que vemos, escuchamos o sentimos. Ya son casi nulos los sentimientos reales, las personas objetivas. La lealtad, el valor, la verdadera satisfacción ha quedado a un lado. Estamos tan vacíos por dentro, nos hace tanta falta tener objetivos propios, y quien los tiene está tan necesitado de carácter. Nos comportamos como animales, nos cazamos cual león a su presa, pero nosotros sin ningún motivo. Lucramos con el sufrimiento ajeno y nos colgamos del éxito de otros. No buscamos, no luchamos, no nos ganamos las cosas. No ayudamos a quien lo necesita, estamos a los piés de quien no lo merece, adoptamos ofensas, las aplicamos; nos burlamos de la gente, decimos que el mundo es hermoso y al siguiente momento lo lastimamos. Nos hacemos víctimas de tendencias, de modelos políticos, sociales, económicos. Cambiamos lo que somos por pertenecer, adulamos a quien molesta a más gente, nos quejamos pero no hacemos nada.
No hay duda de que hay valor en las personas, pero cada vez es más insignificante; cada día vivimos más inseguros, partiendo desde nosotros mismos, ya nunca podemos definirnos. Nos hacemos los optimistas pensando que hay mucho bien en el mundo pero pronto nos damos cuenta de que es cada vez más difícil encontrarlo. Tendemos más y más a depositarnos en pequeños gustos para hacer a un lado nuestro día a día. Partidos de futbol, quejas contra el gobierno, religiones y logros ajenos e insignificantes realmente, se convierten en los bancos de nuestra fe. Ya no tenemos confianza a nada, ya no podemos asegurarnos de que alguien no va a fallarnos.
Vivimos en un mundo de mierda, con muchas cosas buenas por ahí, pero que están constantemente alejadas, escondidas porque la porquería las tapa. El odio predomina y está venciendo al amor y otros buenos sentimientos. No hacemos nada por nosotros mismos. Y cuando lo hacemos, elegimos mal o no logramos nada.
Hoy ha muerto un maestro, el cual murió por sus ideales, víctima de esa gente que hace que este mundo sea algo inhabitable, esa mierda que llena cada población y que nos ayuda un poco más a perdernos, lo cual comienza por nosotros.
Hasta siempre, Facundo.
"Encontré el Secreto. Tener Menos, para Tenerme Más".
Vivimos preocupados por conseguir nuestros objetivos a toda costa, no importa la manera, ni los medios, pues tenemos una mentalidad orientada a la despreocupación por el prójimo, el desinterés por los caminos que tomamos, siendo nuestro único deseo llegar a tener lo que queremos. Muchas veces esos deseos son tan subjetivos, tan vacíos. Estamos en una permanente toma de decisiones absurda e incorrecta, nos dejamos llevar por tantas fuentes equívocas. Peleamos sucio, hacemos trampa, cuando ganamos, lo hacemos sin honor, pero a nadie le importa, pues al fin ganan. Creemos que somos superiores cuando acumulamos cosas, cuando tenemos más que otros, cuando golpeamos a alguien, cuando tomamos ventaja por una situación.
Nuestra personalidad cada día es menos nuestra, copiamos todo lo que vemos, escuchamos o sentimos. Ya son casi nulos los sentimientos reales, las personas objetivas. La lealtad, el valor, la verdadera satisfacción ha quedado a un lado. Estamos tan vacíos por dentro, nos hace tanta falta tener objetivos propios, y quien los tiene está tan necesitado de carácter. Nos comportamos como animales, nos cazamos cual león a su presa, pero nosotros sin ningún motivo. Lucramos con el sufrimiento ajeno y nos colgamos del éxito de otros. No buscamos, no luchamos, no nos ganamos las cosas. No ayudamos a quien lo necesita, estamos a los piés de quien no lo merece, adoptamos ofensas, las aplicamos; nos burlamos de la gente, decimos que el mundo es hermoso y al siguiente momento lo lastimamos. Nos hacemos víctimas de tendencias, de modelos políticos, sociales, económicos. Cambiamos lo que somos por pertenecer, adulamos a quien molesta a más gente, nos quejamos pero no hacemos nada.
No hay duda de que hay valor en las personas, pero cada vez es más insignificante; cada día vivimos más inseguros, partiendo desde nosotros mismos, ya nunca podemos definirnos. Nos hacemos los optimistas pensando que hay mucho bien en el mundo pero pronto nos damos cuenta de que es cada vez más difícil encontrarlo. Tendemos más y más a depositarnos en pequeños gustos para hacer a un lado nuestro día a día. Partidos de futbol, quejas contra el gobierno, religiones y logros ajenos e insignificantes realmente, se convierten en los bancos de nuestra fe. Ya no tenemos confianza a nada, ya no podemos asegurarnos de que alguien no va a fallarnos.
Vivimos en un mundo de mierda, con muchas cosas buenas por ahí, pero que están constantemente alejadas, escondidas porque la porquería las tapa. El odio predomina y está venciendo al amor y otros buenos sentimientos. No hacemos nada por nosotros mismos. Y cuando lo hacemos, elegimos mal o no logramos nada.
Hoy ha muerto un maestro, el cual murió por sus ideales, víctima de esa gente que hace que este mundo sea algo inhabitable, esa mierda que llena cada población y que nos ayuda un poco más a perdernos, lo cual comienza por nosotros.
Hasta siempre, Facundo.
"Encontré el Secreto. Tener Menos, para Tenerme Más".
jueves, 7 de julio de 2011
Deseo
Existe una variedad muy amplia de males provocados por la humanidad y que la afectan a sí misma. El hombre tiende a equivocarse muchas más veces de las que acierta y a su vez suele cometer errores indistintos repetidamente. Sin embargo, esto no quiere decir que la vida misma sea un error, pues solemos acertar lo suficiente como para vivir los momentos tranquilos y felices necesarios para nuestra subsistencia. No obstante, tenemos un mal natural que parece ser el más difícil, el que tiene más consecuencias y el cual genera miseria.
El deseo, es una contraparte de la virtud debido a que provoca infelicidad ante cualquier situación, a pesar de que un momento parezca inmejorable, el deseo es quien se encarga de acabar con él y hacernos miserables una vez más. Cuando sentimos que hemos logrado autosatisfacción por alguna razón, ese tiempo en el que estamos bien con nosotros mismos generalmente tiene una duración muy corta, pues rápidamente buscamos una necesidad nueva, adoptamos el querer algo, algo más.
En nuestra esencia se encuentra sentirnos infelices a pesar de concretar lo que en un momento deseamos, pues a pesar de parecer mediocres, muchas veces, no nos conformamos jamás con lo que obtenemos, dando así, vueltas en un círculo que nos lleva a la constante insatisfacción. Podemos ganar dinero suficiente, tener a una persona amada, recibir cariño de los demás, etc., pero para nosotros, nunca es suficiente. Tenemos algo que a otra persona le haría falta, tenemos más y nos quejamos, si tenemos menos, obviamente también lo hacemos. La naturaleza del hombre es sentirse infeliz.
Es realmente un problema incorregible, se puede pensar que lo ocasiona un tipo de desamor propio que genera la intención de obtener más para satisfacer lo que sentimos que no tenemos, pero a decir verdad, es más probable que ese desamor exista en todos y sea inevitable, o mejor dicho, que desear siempre algo más sea incorregible, pues estamos en una constante búsqueda de la felicidad, la cual nos lleva permanentemente a buscar una u otra cosa pues no llegamos a encontrarla como una meta. Nos equivocamos al pensar que ello es eso, una meta, por eso deseamos más y más, debemos entender que son momentos simplemente, en los cuales nos sentiremos felices, disfrutar de ellos, sea cual sea su duración, así, mínimo, dejaremos de desear y sentirnos infelices en los momentos en que estemos disfrutando de esas etapas.
El deseo, es una contraparte de la virtud debido a que provoca infelicidad ante cualquier situación, a pesar de que un momento parezca inmejorable, el deseo es quien se encarga de acabar con él y hacernos miserables una vez más. Cuando sentimos que hemos logrado autosatisfacción por alguna razón, ese tiempo en el que estamos bien con nosotros mismos generalmente tiene una duración muy corta, pues rápidamente buscamos una necesidad nueva, adoptamos el querer algo, algo más.
En nuestra esencia se encuentra sentirnos infelices a pesar de concretar lo que en un momento deseamos, pues a pesar de parecer mediocres, muchas veces, no nos conformamos jamás con lo que obtenemos, dando así, vueltas en un círculo que nos lleva a la constante insatisfacción. Podemos ganar dinero suficiente, tener a una persona amada, recibir cariño de los demás, etc., pero para nosotros, nunca es suficiente. Tenemos algo que a otra persona le haría falta, tenemos más y nos quejamos, si tenemos menos, obviamente también lo hacemos. La naturaleza del hombre es sentirse infeliz.
Es realmente un problema incorregible, se puede pensar que lo ocasiona un tipo de desamor propio que genera la intención de obtener más para satisfacer lo que sentimos que no tenemos, pero a decir verdad, es más probable que ese desamor exista en todos y sea inevitable, o mejor dicho, que desear siempre algo más sea incorregible, pues estamos en una constante búsqueda de la felicidad, la cual nos lleva permanentemente a buscar una u otra cosa pues no llegamos a encontrarla como una meta. Nos equivocamos al pensar que ello es eso, una meta, por eso deseamos más y más, debemos entender que son momentos simplemente, en los cuales nos sentiremos felices, disfrutar de ellos, sea cual sea su duración, así, mínimo, dejaremos de desear y sentirnos infelices en los momentos en que estemos disfrutando de esas etapas.
martes, 7 de junio de 2011
Vicios
Los vicios son una serie de costumbres que comúnmente parecen ser difíciles de superar y que pueden crear un daño de cualquier tipo. Los más comunes son el tabaquismo, el alcoholismo, la drogadicción y el amor. Son los más comunes porque resultan ser los más llamativos, aunque probablemente sean los menores, si nos percatamos de que la vida está llena de vicios. No siempre son dañinos, o mejor dicho, no en cualquier momento, en efecto, existe un tiempo en el que lo son todos. El cigarro daña a los pulmones, el alcohol al hígado, la drogas al cerebro y el amor crea locura, principalmente.
Habiendo dicho esto, pensemos en un vicio específico ya mencionado, el amor. ¿Por qué pensar que lo es? Es simple, con el paso del tiempo, cualquier costumbre, más allá de su origen bueno o malo, tiene consecuencias adversas. Es un hecho que comienza con una postura bondadosa, en la cual se comparte y se desea lo mejor, para cada uno. También es verdad que el amor es el sentimiento más grande, que mueve muchas cosas y que cambia sentidos y momentos, sin embargo, en exceso, como todo, es perjudicial. Tenemos la tendencia a convertir las cosas en costumbre, en tradición, más aún si nos generan alegrías, pero, hay que tener cuidado, las costumbres suelen crear conformismo, provocan estancamiento, no importa cuales sean. Es parecido en la religión, buscamos las respuestas constantemente en un acto de fe, lo cual es contradictorio, pues en la fe sólo se encuentra esperanza y al momento de convertirse en costumbre, uno queda esperanzado permanentemente y deja de buscar realmente las respuestas. Se crea una costumbre que difiere de la lucha por conseguir lo real por mantenerse creyendo.
Tanto el amor como la religión seguramente tienen efectos que provocan bien, a muchos, sin duda, los salva de situaciones desastrosas. Pero es necesario saber que, como todo en la vida, son pasajeros y que nadie, por ningún motivo, se puede quedar en un mismo lugar sin que haya cambio a su alrededor. La misma satisfacción, en exceso, es dañina, porque la adversidad provoca crecimiento, que a la postre es una nueva satisfacción. No mal entender, no hay que hacer el mal ni buscar problemas, no hay que odiar ni dejar de amar, solamente hay que amar los momentos, no una eternidad, es decir, debemos amar, tal vez siempre, pero diferentes cosas, crecer, evolucionar, mejorar, no amar lo que queda, lo que está ahí siempre. No caigamos en conformismo, no nos hagamos daño con excesos. El amor, como la felicidad radica en sentirse pleno en un momento de la vida o varios, pero hay que tener claro que no existe amor ni felicidad eterna, no hay que buscarlos como destinos sino como momentos que hay en un vida. Hay que buscar crecer, mejorar, no conformarse, tener errores para corregirlos y no escudarnos detrás de alguien para no combatir los problemas, hay que lucharlos y superarlos.
Habiendo dicho esto, pensemos en un vicio específico ya mencionado, el amor. ¿Por qué pensar que lo es? Es simple, con el paso del tiempo, cualquier costumbre, más allá de su origen bueno o malo, tiene consecuencias adversas. Es un hecho que comienza con una postura bondadosa, en la cual se comparte y se desea lo mejor, para cada uno. También es verdad que el amor es el sentimiento más grande, que mueve muchas cosas y que cambia sentidos y momentos, sin embargo, en exceso, como todo, es perjudicial. Tenemos la tendencia a convertir las cosas en costumbre, en tradición, más aún si nos generan alegrías, pero, hay que tener cuidado, las costumbres suelen crear conformismo, provocan estancamiento, no importa cuales sean. Es parecido en la religión, buscamos las respuestas constantemente en un acto de fe, lo cual es contradictorio, pues en la fe sólo se encuentra esperanza y al momento de convertirse en costumbre, uno queda esperanzado permanentemente y deja de buscar realmente las respuestas. Se crea una costumbre que difiere de la lucha por conseguir lo real por mantenerse creyendo.
Tanto el amor como la religión seguramente tienen efectos que provocan bien, a muchos, sin duda, los salva de situaciones desastrosas. Pero es necesario saber que, como todo en la vida, son pasajeros y que nadie, por ningún motivo, se puede quedar en un mismo lugar sin que haya cambio a su alrededor. La misma satisfacción, en exceso, es dañina, porque la adversidad provoca crecimiento, que a la postre es una nueva satisfacción. No mal entender, no hay que hacer el mal ni buscar problemas, no hay que odiar ni dejar de amar, solamente hay que amar los momentos, no una eternidad, es decir, debemos amar, tal vez siempre, pero diferentes cosas, crecer, evolucionar, mejorar, no amar lo que queda, lo que está ahí siempre. No caigamos en conformismo, no nos hagamos daño con excesos. El amor, como la felicidad radica en sentirse pleno en un momento de la vida o varios, pero hay que tener claro que no existe amor ni felicidad eterna, no hay que buscarlos como destinos sino como momentos que hay en un vida. Hay que buscar crecer, mejorar, no conformarse, tener errores para corregirlos y no escudarnos detrás de alguien para no combatir los problemas, hay que lucharlos y superarlos.
lunes, 11 de abril de 2011
No agrandarse, por favor
En los últimos meses, o bien, años, me he dado cuenta de que existe una nueva ola de jóvenes que están cambiando su manera de comportarse desde un punto de vista específico. Esta nueva "corriente" de pensamiento se dirige hacia la inevitable adquisición de la idea de que son unos intelectuales en materia política, cultural, económica y social. Me parece muy marcada esta nueva era de muchachos entre 15 y 20 años principalmente, de ambos sexos, que procura informarse en algunos medios para poder contarlo entre sus amistades. No es algo malo, se están informando y están teniendo maneras diferentes a las de antes para interactuar y darse a conocer entre sus grupos sociales. Sin embargo, el origen, así como el objetivo de este tipo de personas, al hacer ésas cosas, es lo que me parece un poco vacío y digno de analizar.
Primero que nada, al ser el que escribe esto, debo decir que realmente no estoy muy informado acerca de nada. Procuro utilizar algunos medios, tal vez básicos, para tener una idea general de lo que pasa en el mundo, pero es un hecho que no soy un experto en un tema específico, es decir, se lo que pasa pero no detalladamente. Eso sí, procuro no casarme con alguna fuente de información o con los mismos informadores, consigo información de diferentes lados, de diferente tipo y sabiendo siempre que es probable, muy probable, que esa información haya sido manipulada de alguna manera y con algún interés específico. La idea es que, como lo he mencionado en otras entradas, no soy un experto en absolutamente nada, solamente opino en casos que llaman mi atención, como es éste el caso.
Debido a mi edad, principalmente, como a otros diversos factores como el medio en el que me encuentro, mi familia y demás, suelo tener contacto con varios tipos de jóvenes entre los 10 y 20 años. Es impresionante como, a pesar de que no es tanta la diferencia de edades y yo también soy un joven, poco a poco te vas dando cuenta de que cada día hay más información y estas personas cada día están más informadas y saben más acerca de más cosas. Ya hay gente mas joven que conoce más cosas y se preocupa mucho más por tener conocimiento que lo que había o hay en mis tiempos, y que decir de los que son aún mayores. Es obvio que no es algo general, cada edad, cada persona tiene lo suyo y cada uno tiene atributos y debilidades.
Sin embargo, me he dado cuenta también de que hay una "falla", por llamarle así, en el objetivo que los lleva a conseguir información, y lo peor, hay un gran error en la manera que muchos la consiguen, es decir, en las fuentes. Es brillante, muy satisfactorio ser participe de la evolución de las generaciones. Más aún cuando estamos expuestos a tanta porquería y nos atacan constantemente con lo peor, buscando manipular nuestras ideas con el fin de vendernos algo. Pero, a pesar del gran acierto que significa mejorar en este aspecto, el hecho de hacerlo basados en la idea de encajar, de presumir o de sentirse conocedores de algún tema, incurrimos en un severo error que a veces puede tener consecuencia en algo peor que la ignorancia. Porque es un problema grande pretender saber todo sobre algo o todo sobre todo, pues nos cerramos a más conocimiento, nos casamos con una idea, una fuente información o nos creamos el concepto de superioridad, que obviamente es muy equivocado. A veces, eso resulta peor que no saber absolutamente nada.
El punto es que, existe un número creciente de jóvenes que están logrando obtener información de diferentes temas y que en lugar de tomar lo mejor de ello, están buscando sentirse expertos en materias que la verad es que desconocen. Tan sólo por ser espectadores de programas de televisión en los cuales debaten intelectuales o de revistas que hablan de política, o por ver noticias todos los días, creen que saben más que cualquier otra persona y hasta llegan a minimizar a los demás. Creo que es algo excelente que procuren seguir medios como los mencionados, en lugar de ver programas varios que atacan el intelecto, o leer cosas que sólo buscan vender, pero falta esa parte en la que entienden que por hacerlo no son unos eruditos o que son superiores a alguien más. Es decir, carecen de algo que les muestre que simplemente están informándose pero que siempre hay más por conocer, que jamás tendrán toda la información aunque si deben buscar tener más. Y que el fin de esa búsqueda, debe ser mejorar como personas y en el momento en el que puedan, explotar ese conocimiento para ayudar o ayudarse.
Entonces, mi idea es que, todos debemos seguir informándonos, es lo mejor que podemos hacer, sin embargo, debemos definir bien porqué lo hacemos y para que lo vamos a utilizar. No nos equivoquemos, estamos haciendo algo bueno al buscar estar informados y conocer más, pero no somos ningunos expertos, ningún programa de TV nos hace unos conocedores en ninguna materia y jamás tendremos toda la información. Además, debemos ser selectivos y cuidadosos con las fuentes de información a las que recurrimos y jamás casarnos con alguna, pues puede resultar peligroso. Continuemos mejorando, pero jamás creamos que somos los mejores.
sábado, 2 de abril de 2011
Apendejando a la juventud
Hay demasiadas opciones en el mundo para satisfacer cada cosa que venga a la mente. Es un hecho que el gusto se rompe en géneros y que cada quien puede elegir lo que mejor lo parezca y nadie debe ser criticado por esa elección si no afecta a alguien más. También es obvio que generalmente no se respeta esa variedad de opiniones y gustos. Nos pasamos la vida criticando lo que no es de nuestro interés y lo que no consideramos adecuado, no dejamos de molestar a quienes piensan de una manera diferente o requieren de factores diferentes a los nuestros para tener momentos felices.
Algunos disfrutan criticando por criticar, otros simplemente otorgan puntos de vista. A mi parecer, puedes opinar, cosas buenas o malas acerca de algo, siempre y cuando sepas bien que no es necesario que tengas la razón y que lo que expones es simplemente un ángulo muy propio de una situación.
Habiendo dicho esto, diré mi opinión acerca de un tema que llama mi atención, sin embargo, no pretendo creer que lo que digo es una verdad o que estoy en lo correcto, simplemente es un punto de vista totalmente propio que no busca ofender a nadie ni mucho menos. Una simple idea, que a mi manera de ver es razonable pero que, como dije, es tan solo una opinión.
Durante mi infancia, la cual viví a tope y realmente tengo muy buenos recuerdos, fui participe de muchos medios de entretenimiento. Es decir, me tocaron varias cosas que me divertían y que hasta la fecha considero interesantes. Caricaturas, programas varios de TV, juegos, etc. generaban entretenimiento continuo que hasta la fecha recuerdo. Obviamente no todo, pero si algunas cosas. Ahora que soy un poco más grande, no sin antes mencionar que simplemente soy un joven que medio he hecho algunas cosas pero nada brillante y que no me considero para nada maduro o sabio, pues es un hecho que no lo soy, pienso en ese entretenimiento, es más, lo vuelvo a apreciar, lo vuelvo a ver, escuchar o tocar y aún entiendo porque me entretenía. Obviamente encuentro muchas cosas totalmente irracionales, exageradas o sin sentido, pero igualmente divertidas de una forma que para mi es suficientemente inteligente para niños, con una base bien planeada e historias que de verdad siguen una secuencia o están fundamentadas en historias mínimo bien pensadas. Caricaturas como Caballeros del Zodiaco, Dragon Ball, Fly y demás son sólo un ejemplo de lo que antes, a los niños, nos divertía.
El punto en todo esto, es que ahora, unos años más tarde (no mucho), a veces pongo la televisión, veo los libros que tienen éxito, rotundo, que se convierten en bestsellers o que forman la cultura moderna, que no digo que no tengan nada bueno o que en serio sean una porquería, sino que carecen totalmente de una base. No niego que hay muchas cosas que te hacen reír, que puedes ver y hasta disfrutar, pero ya no tienen fundamentos, ya no tienen una historia detrás y ya se preocupan mucho más por vender que por dar algo de calidad. No es algo anormal, el negocio siempre es primero, pero no entiendo porqué no hacer negocio con algo que también pueda valer la pena, que pueda ayudar a los objetivos de mercado de estas empresas a mejorar en algún aspecto, aunque sea mínimo, pero que ayude.
Mi idea se basa en el hecho de que, en la actualidad, las cosas son tan poco pensadas, dejan de ser fantasiosas para pasar a ser ridículas. En cierto modo, siento que atacan al intelecto de los espectadores. Desde libros como los de la Saga Crepúsculo hasta programas tan aberrantes como "La rosa de Guadalupe", tienen un contenido tan pobre que me provoca, más que tristeza, preocupación por el éxito que tienen. Lo que es aún peor, los fanáticos de este tipo de entretenimiento al que me refiero, adoptan personalidades, frases, modos de vida, imagenes, etc. de estas películas, programas o libros hasta el punto de imitarlos, aún cuando lo que imitan está vacío, sin esencia o personalidad.
Yo no me caracterizo precisamente por ser un lector asiduo o algo por el estilo, de hecho he leído poco, y muchas veces no me ha gustado lo que leo. Lo que me ha tocado leer que me gusta o que lo leo por mi impulso, resulta ser todavía un porcentaje menor. Entonces, yo no soy un experto, ni siquiera un conocedor de géneros y demás, tampoco puedo decir que algo está realmente bien escrito, basado en reglas literarias o algo así. Yo sólo creo que si debe haber una historia, un fondo, algo que mueva a contar una historia, más allá de un negocio.
Lo malo, es que ahora, gracias a este tipo de empresas que proveen a los demás de tantas cosas de baja calidad, han acostumbrado a sus mercados a lo más bajo. A darles lo que ellos quieren y no lo que el consumidor necesita. Ya no existe preocupación por el bien de las personas, por su crecimiento, ahora todo es acumular dinero. Entonces, le dan lo que sea a las personas, y ellas lo reciben con gusto y lo hacen un negocio.
No cabe duda, hay muchas cosas para muchos gustos, y no se debe criticar, mucho menso si no lo conoces del todo, pero si se puede tratar de ayudar a alguien más o darle una opinión si estás viendo que está consumiendo algo que no le beneficia en nada. Es verdad, el entretenimiento generalmente es solamente una manera de atraer el ocio, pero no por ello, puedes dejar que lo que utilizas para distraerte sea tan falto de ideas, tan vacío. Porque hay opciones que también son buenas y que pueden mejorarte.
En fin, cada quien hace lo que desea y más si no afecta a nadie, sólo pienso que, actualmente, la mayor parte de lo que tiene fama, de lo que tienes millones de fanáticos, es una verdadera burla hacia las personas. Una ofensa, porque se escudan en la palabra entretenimiento para proveer cosas que cada vez tienen menos calidad. No es por criticar insisto, yo no soy absolutamente nadie para criticar o decir que algo malo, pero definitivamente pienso, como una opinión, que películas como Crepúsculo y sus secuelas, los pequeños Fockers, La rosa de Guadalupe, los programas de Laura, Niurka o Rocío Sánchez Azuara, solo lastiman, pues no provocan nada bueno, sólo lucran con las debilidades de los demás y no te generan ninguna mejora o un tiempo realmente de calidad. Hay más cosas, más opciones, que seguramente pueden divertir más, así como hay infinidad de tipos, estilos, géneros, artistas, en música, que puedes escuchar antes de escuchar a Justin Bieber y hasta ir a ver la película de su vida. Vaya broma, una película de la vida.. ¿cuántos? ¿15, 16 años?... Seguramente será una inspiradora historia. Pero bueno, yo quién soy para juzgar, si no me pierdo un capítulo de Bob Esponja.
viernes, 1 de abril de 2011
Un buen momento con tráfico y calor
Hoy aprendí algo. No soy de los que pasan la vida diciendo que el mundo es bueno, de los que engrandecen una acción individual para sentirse esperanzados acerca de la bondad de los humanos. Tampoco me siento una persona ejemplar, ni mucho menos, como para juzgar buenas o malas acciones de los demás. De hecho, sólo me fijo en algo cuando me llama la atención. Hoy sucedió eso. Dejando claro que no tengo ninguna intención de encontrar héroes o figuras, contaré algo que me tocó ver.
Me encontraba manejando sobre una avenida repleta de coches, con un insoportable calor, con dirección a mi casa. Acababa de ir a comer con amigos. Estaba repleto, tanto de alimentos como de calor y de autos. Avanzaba muy lento, veía muy lejos mi casa, me empezaba a hartar mi música, situación muy probablemente causada por los factores antes definidos, pues mi lista de canciones se llama "Mis éxitos", por lo tanto, no hay mucha lógica en que pueda molestarme esa serie de canciones. En fin, entre descuidados conductores y el excesivo número de personas con carro, esos más de 15 minutos habían sido realmente terribles.
Siguió pasando el tiempo, tal vez 15 minutos más. En la pequeña ciudad en donde vivo, estar media hora en una misma avenida es señal de un tráfico incontrolable. Pues así era. Sin embargo, por fin me iba acercando a mi casa, tal vez harían falta otros 15 minutos, pero sin duda, ya había pasado la mitad del tiempo que tardaría. Me encontraba en un semáforo, los conductores no dejaban de pitar por cada distracción de otros. A mi no me gusta pitar, de hecho no me gusta el ruido, a menos que sea de la televisión cuando duermo por la tarde. En la noche tampoco me gusta ese ruido, sólo en la tarde.
De repente, en el antepenúltimo semáforo antes de llegar a mi destino, o tal vez un poco más, pero no me sé la palabra que describe a lo que va antes del antepenúltimo, esa serie de pitidos comenzó a ser mucho más persistente. Era un concierto de claxons, de todos los tipos, desde el chillón hasta el más grave, con musiquita como de reversa o con un simple "pum". Definitivamente estaban de acuerdo en algo, es decir, le pitaban a alguien o algo en especial. Cabe mencionar que delante de mi, venían unos militares en su transporte que es como una fusión entre camioneta y tanque. Me preocupé, pues pensé que se iban a a poner a lanzar balazos, como suelen hacerlo, pero no fue así. La causa de ese tremendo festival de pitidos, era un taxi (que raro) que se había parado casi a media calle de un carril que tenía el "siga" en el semáforo.
A mi no me afectaba que se parara ahí, yo estaba en otro carril que no podía avanzar, pero no puedo negar que el ruido me había desesperado. No iba a contribuir, pero claramente vinieron a mi mente una gran cantidad de insultos que no salieron de mi cabeza pero que la llenaron. No podía alcanzar a ver que era lo que lo había hecho detenerse de forma tan inoportuna, ni me importaba mucho, pensé que seguramente estaba recogiendo o dejando a alguien, total, ellos siempre se paran donde quieren. En ese instante, la luz verde en el semáforo que a mi me interesaba, prendió, por lo tanto, comencé a avanzar. Esto hizo que me acercara al taxi en cuestión, pues seguía ahí parado, y los demás seguían pitando. Por fin logré ve porque estaba ahí a media calle. No había conductor. Pensé en la irresponsabilidad del señor que manejaba ese taxi, justo en ese momento, giré un poco más mi cabeza y vi que la realidad es que alguien se estaba bajando del taxi, lentamente y con ayuda de otra persona. Era un anciano, de unos 90 años fácil. Con mucha dificultad para caminar, aún ayudado por su bastón. Un señor, de unos 50 años, lo ayudaba a bajar, al ritmo que el señor podía.
Por fin terminó, debido al mencionado tráfico pude ver toda la escena, tampoco es que durara 20 minutos, pero sí unos 4. Que para los otros conductores "afectados" parecían ser vitales. El punto es que el anciano bajó totalmente del taxi, casi cargado por el otro señor, lo llevó hasta una parte más segura de la banqueta, cerró la puerta del taxi, rodeó el mismo y se subió. En efecto, era el taxista. No respondió a ninguna ofensa, pues muchos, a pesar de que veían la situación, lanzaban toda clase de insultos al conductor. Simplemente arrancó, no dijo una palabra y se fue.
Y sí, suena un poco mamón, pero hoy aprendí. Puedes ser taxista, sin despreciar pero asumiendo que una buena cantidad de ellos suelen ser un poco cafres, y aún así puedes ser diferente. Puedes hacer las cosas bien o mal, pero no por ello serás bueno o malo. No importa si tienes un mercedes muy bonito, como el que estaba a tres autos del taxi, porque igual puedes no tener educación y no dejar de insultar a alguien que deberías admirar. No importa lo que seas, pero puedes hacer cosas que ayuden a los demás, simplemente respetando y sabiendo que aún cuando somos un tanto insignificantes en un mundo tan diverso, tenemos cierta responsabilidad que a la vez nos puede traer felicidad. Porque estoy seguro, que al momento de preocuparse por ese anciano, a pesar de recibir esa variedad de insultos, ese taxista se fue con una sonrisa, física o sentimental, gracias a que ayudó a alguien que lo necesitaba.
No es un sermón, porque ni sé darlos ni me interesa saber. Tampoco es una lección, ni un ejemplo. Mucho menos soy un gran escritor que busca establecer una corriente ética. Es una simple historia que me llamó la atención y que quise compartir. Una de muchas, tanto buenas como malas, que te toca vivir en cualquier lado al que vas. Eso es todo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)